Podemos abordar esta conexión desde el nivel más descriptivo que nos muestra a los árboles como seres vivos y resaltar sus beneficios para el planeta, sin embargo, son los aspectos metafísicos, psicológicos y místicos que revelan a los árboles como símbolos extraordinarios que inspiran admiración y sentido de lo sagrado lo que ahora nos cautiva en un abierto homenaje emocional.
“En las copas de los árboles susurra el mundo, sus raíces descansan en el infinito, pero no se pierden, sino que con toda la fuerza de su existencia pretenden solo una cosa: cumplir la propia ley, la ley que reside escondida en su interior, desarrollar la forma propia, representarse a sí mismos. No hay nada que sea más sagrado, nada que sea más ejemplar, que un árbol”.
Hermann Hesse
Desde la Antigüedad, todas las culturas y tradiciones tienen árboles sagrados. El Árbol de la Vida del Génesis, el ficus en el que Buda alcanzó la iluminación, el manzano de la isla de Avalon del rey Arturo, los árboles mágicos de celtas y druidas, así mismo las referencias a la simbología de los árboles son frecuentes en los libros sagrados del cristianismo, judaísmo y el Islam. De tal forma y manera que ocupan un espacio protagonista en la vida diaria y en el imaginario de las culturas, tanto las de hace miles de años como de las actuales. Aunque muchas de ellas realzan esta conexión con los árboles en la medida que pueden ser utilizados como metáforas de la representación simbólica de las aspiraciones del propio hombre.
“El árbol tiene sus raíces bien insertadas en la Tierra y tiene la aspiración de trascendencia al rozar el Cielo”.
El olivo como símbolo de paz, aportando calma y serenidad, el sauce llorón nos ayuda a interpretar nuestros sueños, el castaño nos da vigor, el ciprés crecimiento espiritual, el haya serenidad y confianza, el roble fuerza y consejo… Podemos interpretar que en estos aspectos el árbol deja de ser considerado árbol como ser viviente y tan solo le interesa al hombre por el aspecto simbólico que el mismo le atribuye.
Sin embargo, lo que a nosotros nos interesa son la relaciones emocionales entre el árbol y el hombre y entre el hombre y el árbol. En este aspecto es necesario considerar los diversos estudios científicos sobre el comportamiento de las plantas y de las relaciones físicas y emocionales, como los descritos en 1973 por Peter Tompkins y Chistopher Bird en libro “La Vida Secrera de las Plantas”, o los estudios sobre el “efecto Backster”, ya descrito en 1966 y demostrando en repetidos experimentos la relación entre las plantas y los hombres.
Hoy en día la presencia de actividad eléctrica en las plantas está aceptada y los científicos en el campo de la neurobiología de las plantas han descubierto que las plantas exhiben señales que se parecen mucho a la actividad neuronal en los animales, como son los estudios de Alexander Dubrov y Marcel Voge. He incluso podemos acercarnos a esta realidad en el documental de David Attnborough “La vida privada de las plantas”, el cual nos describe numerosos aspectos del comportamiento de las plantas hasta entonces inéditos, intrigantes y sobre todo podemos interpretar nuestra sorpresa como ignorancia y prepotencia.
Por otro lado hay “personas árbol”, es decir personas que tienen un sentimiento vivo hacia cada árbol individual, respeto y empatía hacia los árboles como especie. Es un sentimiento que surge normalmente durante la infancia, inducido por las experiencias tempranas con árboles como subirse en ellos, jugar y esconder tesoros en sus troncos y ramas o cualquier otra forma de experimentarlos y sentirlos. El biólogo evolucionista Edward O. Wilson, de la Universidad de Harvard, acuñó el término Biofilia en 1984 (en su libro del mismo título). Su teoría sostiene que los humanos sentimos una afinidad innata por todo lo viviente, producto de los millones de años en que el Homo sapiens se relacionó estrechamente con el medio natural, y que de ello se deriva una profunda necesidad emocional de estar en contacto con seres vivos.
Las enseñanzas espirituales de Buda, el Tao, Jung, Hildegarda de Bingen, Thich Nhat Hanh, etc. y también de textos de naturalistas como John Muir, Colin Tudge, Suzuki y otros, contribuyen a conocer desde diferentes perspectivas nuestro modo de percibir, comprender y conectar con los árboles, e infunde luz al sentido profundo de nosotros mismos.
Tenemos numerosos ejemplos de personas que, en un momento determinado de sus vidas, sintieron una intensa, profunda e inquebrantable motivación para dedicarse a alguna acción concreta en defensa de los árboles. El Movimiento Cinturón Verde, fundado por Wangari Maathai, que ha plantado millones de árboles en Kenia; el defensor de los tejos Allen Meredith en Reino Unido; la activista Julia Butterfly Hill que impidió la tala de una secuoya roja milenaria en California; o el movimiento Chipko de campesinas indias, que abrazándose a los árboles evitó la tala de un bosque en el Himalaya.
Quien sienta aprecio por los árboles, se preguntará si puede hacer algo más por ellos. Yo también me lo he preguntado.
Estamos convencidos de la necesidad de movilizar conciencias para que el mundo actúe a favor del planeta. Cada acción tiene un impacto que contribuye a crear junto a otras actuaciones individuales una masa crítica que provocará un cambio en la forma de pensar colectiva.
En unos tiempos de incertidumbre como los actuales, marcados por una crisis de valores, es reconfortante encontrar nuestra propia voz con convicción en el poder individual, su confianza nos impregna de entusiasmo y estímulo.
A nosotros, mi familia, nos gusta estar bajo el cobijo de los árboles, sintiendo la vida que albergan sus raíces, sus troncos y sus ramas, su inherente belleza y dejarnos inundar de una serena alegría vital que nos obliga a buscar con los ojos la propia esencia del árbol en un profundo sentimiento de gratitud.
He tenido la oportunidad en diversas ocasiones de abrazar a distintos ejemplares, y he logrado conectar en un lenguaje donde no hay palabras, una comunicación mucho mas compleja de explicar pero si cierras tus ojos y te dejas llevar lo podras sentir….la vida en sus diversas formas encuentra maneras extraordinarias de poder expresar
hola, sin duda hay conexion de los arboles y seres humanos en este caso , cada dia abrazo algun arbol y me siento equilibrada, viva, con energia positiva, pero necesito tambien olerlos y sentir en algun momento al plantar algun arbol o planta ,sentir olor a sus raices …hasta esa sensacion de llorar…❤